domingo, 23 de marzo de 2008

Tres vidas


Cada etapa de la vida es totalmente diferente a otra, igual que cada quien vive una vida diferente a la de los demás.
Fue un día que me encontraba trabajando en el pueblo de Pariguán donde pude observar una escena que me llamó la atención y sin duda tomé una fotografía. Tal vez no sea la mejor, pero para mi tiene gran valor.
Como pudieron ver, el señor de aproximadamente 85 años parece marcado por sus arrugas y su trabajo en el campo, con un peculiar sombrero característico de pueblo. Este señor con sus años encimas tendrá hijos, nietos y hasta bisnietos, una vida llena de relatos, llena de vivencias y experiencias que nos servirían a todos para no desaprovechar nuestras vidas.
Las otras dos vidas que aparecen en la fotografía, es una jovencita de aproximadamente 16 años, que lleva en sus brazos una bebe de unos 5 meses de edad.
No entiendo por que una jovencita de apenas 16 o 17 años de edad es capaz de quedar embarazada, será por inexperiencia, falta de comunicación con sus padres, curiosidad o simplemente tener sexo antes de tiempo. Un sexo que quizás no pueda disfrutar como debe ser, será solamente para satisfacer el hambre de un chico con ganas de tener carne fresca.
La otra vida la más pequeña que va ser cuidada por una madre inexperta con ganas de seguir jugando, tener más novios, ir a fiestas, salir con amigas, pero no esa vida, no la esperó, se adelanto a otros tiempos.
Esta niña de apenas meses, aun no sabe ni caminar y muchos menos hablar, va a ser maltratada por un joven que le molestará salir corriendo detrás de ella cuando comience a dar sus primeros pasos, cuando llore porque tiene hambre o simplemente al momento de estar enferma.
Me pregunto si el padre de la criatura sentirá amor por la madre o por su propia hija, le dará comida o ayudará a mamá a limpiar a la niña. Es difícil que esto ocurra ya que tuvieron sexo sin amor.

Martha.

jueves, 13 de marzo de 2008

¿Qué día celebramos hoy?

El pasado 14 de febrero mientras veía la cantidad de flores que circulaban por las calles con muñequitos, corazoncitos, lacitos, tarjetitas y todas esas cositas tiernitas y ridiculitas que se regalan los enamorados para esta fecha, reafirme la posición que he mantenido a lo largo de mi vida de no darle ninguna importancia a las fechas, actitud que me ha valido siempre fuertes críticas familiares por mi marcada apatía ante mis cumpleaños, los cumpleaños de mis hijos, la fecha de la muerte de mi madre; mi poca disposición para celebrar las navidades y el año nuevo; el no asistir al cementerio el día de los fieles difuntos o haloween como le dicen en el norte y muchas otras fechas, algunas patrias, las cuales debo reconocer, disfruto más por el hecho de poder descansar del trabajo y compartir con familiares y amigos que por lo que en sí representan.

Mis razones no obedecen únicamente al sentido comercial que se les da y que mucha gente critica, sino a la rebeldía que poseemos algunos seres humanos ante las costumbres y tradiciones creadas por grupos, sobre todo de índole religiosas y a la que la sociedad nos adiestra para que las cumplamos, sin que, muchas veces, nos detengamos a pensar el por qué de muchas de ellas. Esa rebeldía ante las prácticas rutinarias se ha acrecentado en la medida en que he vivido más y después que, en medio de ese ir y venir por la vida, he descubiertos que existen cosas más importantes a que dedicarnos.

Como ejemplo voy a nombrar la fecha de cumpleaños de cada quien, ¿qué celebramos?, ¿que estamos más viejos?, ¿que nos queda menos tiempo de vida...?, todos los días son buenos para compartir con los amigos y la familia, para agasajar a nuestros hijos y seres queridos y agradecerles que nos hagan tan felices.

Otro ejemplo es la fecha de navidad. La gente arma toda una alharaca y muchas veces no sabe qué es lo que celebra, es la fecha de las ropas nuevas, de las compras precipitadas, de los regalos, del congestionamiento… y aunque celebran el cumpleaños de Jesús (máximo líder del cristianismo y personaje más influyente que jamás ha existido en la tierra), no se toma en cuenta al cumpleañero, qué irónico ¿verdad?, con el jolgorio que se arma se pierde de vista lo que se celebra, es como el que va a una fiesta sin saber cuál es el motivo.

Celebramos también la llegada del año nuevo, ¿cómo sabemos cuando comienza un año?, si actualmente coexisten en el mundo unos 40 calendarios entre los que se cuentan el chino, el judío, el hindú, el musulmán, el persa, el ático, el azteca, el egipcio, el helénico, el inca, el juliano, el gregoriano y el maya, todos creados para llevar cuenta sistematizada del tiempo.

De igual forma existe el día de la madre, del padre, la secretaria, del niño, de la juventud, de la mujer, de los derechos humanos, del médico, del abogado y una lista interminable de días de…y hasta se habla de crear el día del hombre. Ante esto sólo puedo decir…todos los días son nuestros, para vivirlos, para experimentarlos para servir a Dios atendiendo a los demás, para reír, para crecer, para aprender, para divertirnos, para compartir, para amar…los días comienzan cuando la tierra en su constante movimiento, permite que los rayos del sol nos iluminen y nos haga levantarnos a luchar por la vida a cumplir con nuestros sueños y terminan cuando nos vamos a descansar después de la jornada. Todos los días deberíamos celebrar “el día del ser humano”.

“No me placen las celebraciones lo que me interesa y me da placer es lo que hago cada día”, Rita Levi-Montalcini.

Ah, a propósito, no se cuando publique este artículo pero lo escribí hoy 4 de marzo de 2008, día en que, según el calendario gregoriano, utilizado mayoritariamente en occidente, se cumplen no sé cuantos años de mi nacimiento. Aleida Mata.

lunes, 3 de marzo de 2008

Con mi tinte no te metas

Solía decir una amiga que mientras más critica sea la situación, la mujer no pierde su capacidad para arreglarse y verse bonita (algunas hacen el intento, otras no pueden contratar al Dr. Robert Rey), lo cierto del caso es que nadie puede negar que las mujeres venezolanas son guapas y apoyadas, le echan bolas (teniendo ovarios), algunos dirán que soy feminista, no se trata de eso, solo de estar claro con la posición de las mujeres, imagínense a un hombre pariendo (Swazeneger llegó demasiado lejos con Junior), imposible el aguante, cuando nos da una gripe caemos y sollozamos como nenitas.
Pero en estos tiempos de ataques a nuestra psiquis, vivimos en una especie de Guerra Fría moderna, primero la leche en polvo, el papel toilet (inconcebible no tener uno en casa, es como la American Express, “nunca salga si ella”), azúcar, aceite, harina, arroz, pasta, huevos y otros productos que ahorita se me escapan, porque ya me estoy acostumbrando a su intermitencia en los anaqueles.
Pero algo que podría desatar una rebelión de las chicas sería indudablemente la escasez de los tintes de cabello, no se salvaría ni Carmelo, porque la arremetida sería recia (esto puede sonar a Pedrito y el lobo).
Deténganse un momento en esta reflexión y busquen un sustituto a sus tíos predilectos de Wellaton y Schwarzkopf, no creo que hagan un ligadito de ácido de batería con Kool-Aid para aplicárselo en su cabellera, es demasiado fregado que reemplacen a estos niños mimados, así que con revolución o sin revolución, ellas a todo pulmón dirán con mi “no te metas Schwarzkopf y Wellaton,”.

Por Kenshin Uzumaki “El Hitokiri de Konoha”